La tanatopraxia es una profesión cada vez más demandada, además de ser muy respetada por todos. Para dedicarse a ello es importante completar un curso de tanatopraxia de manera satisfactoria, pero también realizar prácticas pertinentes. Esto te ayudará a saber cómo afrontar las situaciones del día a día.
Un curso de tanatopraxia debe contar con los mejores conocimientos y preparaciones teóricas, pero son las prácticas lo que permiten asimilar todo lo aprendido. Aplicando las técnicas y los métodos estudiados, se conseguirá la soltura necesaria. Así podrás desempeñar tu trabajo en el futuro con la mayor calidad.
Las actividades prácticas en un curso de tanatopraxia
En cualquier profesión y su formación adjunta, las prácticas son una parte indispensable para el desarrollo que cualquier alumno. Da igual tu opción laboral, siempre debes tratar de ejercer en entornos controlados para poder salir lo más preparado posible. En la tanatopraxia esto no cambia, ya que debemos saber cómo manejar los cadáveres de la mejor forma: primero en estudios teóricos y luego en un centro real.
Las prácticas de un curso de tanatopraxia deben ser lo suficientemente abiertas para que se aborden todas las competencias aprendidas, pero también proponer escenarios concretos que se puedan dar en cualquier momento. Te enfrentarás a muchas situaciones en el día a día, y lo mejor es haberlas trabajado anteriormente.
Por ejemplo, un buen curso de tanatopraxia debe enseñarte los métodos más habituales de higienización y conservación de un cadáver, pero solo en las prácticas podrás hacerlo con tus propias manos. Igual ocurre con la tanatoestética o el embalsamamiento con diferentes productos, que debemos pasar esos conocimientos de la teoría a la acción.
De igual manera y con la misma relevancia, debemos tener en cuenta las diferentes cuestiones éticas y religiosas del fallecido y su entorno. Respetaremos sus decisiones a la hora de realizar algunas técnicas o extracciones, y para ello tendremos que adquirir una serie de habilidades que nos permitan llevarlas a cabo.
Tu función será la de preparar el cuerpo para que tenga un aspecto y una expresión lo más natural posible. Una limpieza correcta y una vestimenta adecuada son solo algunos aspectos importantes que tendrás que tratar, pero también su embalsamamiento para evitar la descomposición. Mención aparte merece la restauración o reconstrucción de partes del cuerpo, quizás la tarea más difícil del tanatopractor, y es por ello que las prácticas son tan necesarias.
Recuerda siempre que estamos preparando el cadáver para presentarlo a la familia y los amigos que se reúnan en el funeral. Por esto mismo, debes poner todo tu empeño en que estas personas se lleven el mejor recuerdo del último adiós a ese ser querido. No solo se trata de una profesión más, sino que cuenta con una función social que ayuda a sobrellevar el duelo.
La idea principal que debes recoger cuando termines el curso de tanatopraxia es que debemos ofrecer tranquilidad. Los demás deben sentir que la persona fallecida se va en paz, sin ninguna preocupación y descansando. Un rostro apacible y una postura sosegada son el broche final para esta labor.
En nuestro blog tienes mucha más información sobre esta carrera, como las diez preguntas más habituales sobre la tanatopraxia y sus correspondientes respuestas. Conocer tu profesión y las actividades asociadas a ella es fundamental para que ofrezcas un servicio de calidad en tu puesto de trabajo.
Como habrás visto, las prácticas en un curso de tanatopraxia son imprescindibles. Se trata de una experiencia única que podrás llevarte al terminar la formación, y te dará un impulso a la hora de encontrar trabajo. Ponte en contacto con nosotros si quieres acceder al mejor aprendizaje posible sobre una profesión con presente y futuro.
