Aunque nos cueste aceptarlo, la muerte forma parte de nuestras vidas. Sin embargo, cuando un ser querido fallece, muchas veces el dolor es tan grande que si no sabemos sobrellevar la situación podemos desarrollar problemas mentales. Si para los adultos es un proceso complicado, ¿cómo podemos explicárselos a los niños? ¿Cuá es la edad adecuada para platicarles sobre este tema?
Para muchos padres, explicarles a sus hijos que algún día no estarán con ellos físicamente es una tarea bastante complicada. ¿Cómo decirles a los más pequeños de la casa que un familiar ha muerto y que nunca más lo volverá a ver? Para responder a esa pregunta, en este artículo te contamos a qué edad se recomienda hablar de la muerte con nuestros niños.
¿Cómo ven los niños la muerte?
Como mencionamos anteriormente, los niños son muy frágiles e inocentes y no tienen la malicia para ver las cosas negativas. Por eso, ¿cómo decirle a un crío que su yayo ha muerto? No es nada sencillo. De hecho, muchas veces se sienten confundidos y no saben por qué lloran sus padres o demás personas, si se supone que su abuelo está dormido.
Hasta los 2 años
A esta edad, los niños perciben las sensaciones de las personas cercanas. Sin embargo, no entienden que significa que significa la muerte. Para ellos, ver a una persona con los ojos cerrados es igual que estar dormidos. Ahora bien, en vista de que son como esponjas debemos mantener la calma y ser conscientes de nuestro nerviosismo frente a ellos. Eso evitará que le generemos desconfianza y traumas psicológicos.
Entre 3 y 6 años
Ahora bien, a esta edad los niños ven la muerte como algo reversible. Una idea reforzada por los dibujos animados donde las personas que mueren pueden resucitar por arte de magia o simplemente se encuentran dormidos. Para ellos, la muerte suele algo relacionado con las personas mayores o un castigo por mal comportamiento. Ciertamente, a esta edad los niños son muy fantasiosos.
De hecho, tienden a procesar la información tal cual cómo se les dice. Por ello, debemos cuidar nuestro lenguaje cuando hablemos de la muerte. Al entablar una conversación con ellos, debemos ser simples y claros con nuestras palabras. Por ejemplo, podemos comenzar por decirles que si un ser querido ha muerto significa que ya no podremos verlo.
De 6 a 9 años
En esta etapa, los niños ya entienden que la muerte es un proceso irreversible. Por ende, puede sonar aterrador y la personifican como un esqueleto, un fantasma y hasta como un monstruo. Aunque comprenden, no entienden con claridad la relación entre causa y efecto de la muerte. Por ello, podrían llegar a culparse a sí mismos cuando suceden cosas malas.
Por desgracia, algunas veces los niños tienden a sentirse culpables por lo sucedido. Por ejemplo, cuando han sobrevivido a un accidente y sus padres o personas cercanas no. En esos casos, debemos asegurarnos que no carguen culpas, muchos menos cuando vienen de personas malintencionadas. Y, sobre todo, que nada de lo que hagan podrá revivir a una persona que ha muerto.
2,4, …9 años, ¿cuál es la edad adecuada para tocar este tema?
De acuerdo a la anterior, la mejor etapa para hablarle a nuestros niños de la muerte es aquella comprendida entre los 6 y 9 años. De hecho, a esta edad es cuando son mucho más curiosos y querrán saber todo lo relacionado a este tema. A tal punto que pueden llegar a preocuparse por su propia muerte, encerrarse en sí mismos y volverse dependientes.
Como adulto, debes comprender que ellos ya no están para escuchar frases como «duerme en paz«, «está en el cielo » o «se ha ido«. Si bien debes tener tacto, tienes que ser lo más claro posible. Así que, responde sus preguntas con honestidad y de forma directa. Incluso, puedes compartir tus sentimientos de tristeza y recuerdos del difunto, pero sin hacerlos sentir vulnerables.
Si bien es cierto que la muerte es un proceso doloroso, es un tema que debemos abordar desde temprana edad. Lo que significa que los niños deben comprender que la muerte es el fin de la vida y que nada es eterno. De adultos, eso le permitirá afrontar positivamente, dentro de lo que cabe, la pérdida de un ser querido. Aunque, se debe hacer con suavidad para no destruir su inocencia y mundo de arcoíris.